domingo, 10 de marzo de 2013

Capítulo 22 - 17.11.13

NARRA VIRGINIA:

Tenía que hablar urgentemente con Zayn. Lo extrañaba muchísimo, ya que llevábamos mucho sin hablar. Cogí lo primero que encontré y me fui a hablar con él.

Anduve unos pasillos y llamé a la puerta.
-¡Pasa!
-Liam, ¿sabes dónde está Zayn?
-Me parece que ha salido a comprar, pero luego se iba a su casa, osea que ve allí.
-Vale, gracias-dije sonriendo.
-¿Necesitas que te lleve?
-No hace falta, me cojo un taxi.
-No tengo nada mejor que hacer, estoy leyendo-dijo enseñándome la portada del libro.
-Bueno, pues vamos.

(...)

-¿Seguro que no quieres que me espere contigo?
-No, cuando venga prefiero estar a solas con él.
-Ah, ¿entonces molesto?
-Un poquito solo-dije sonriendo.
-Bueno, pásalo bien. Adiós-dijo dándome un abrazo.

Me senté en el porche y empezó a nevar. Unos minutos después vino Zayn.
-¿Virginia? ¡Pero que haces ahí fuera! ¡Está nevando!

Yo cogí mi bolso y me metí en su casa. Él me echó un abrigo sobre los hombros y me senté en el sofá.
-¿Qué hacías ahí fuera?
-Necesitaba hablar contigo.
-Pues cuenta, ¿qué pasa?
-No, nada en especial, solo quería oír tu voz.
-No hacía falta que te cruzaras medio Londres para oír mi voz, podías llamarme.
-No, no es lo mismo.

Zayn se sentó a mi lado y me pasó el brazo por los hombros.
-¿Has entrado ya en calor?
-Sí, aunque un chocolate caliente me vendría bien.
-Te vendría mejor un super abrazo de los míos, ¿no crees?
-Me quedo con el chocolate, gracias-dije riendo.

Él se echó encima mío y me abrazó. Después me dio un beso en la frente y volvió a su posición inicial.
-¿Qué? ¿Mejor no?
-Sí, ha sido un buen abrazo.
-¿Y te apetece hacer algo hoy?
-Solo dormir, hace mucho que no duermo bien.
-Pues súbete arriba, yo no tengo demasiado sueño, la verdad.
-Al menos acompáñame, ya no me acuerdo de como es tu casa.

Subimos las escaleras y llegamos a su habitación. Dejé el abrigo y las botas en un rincón y me tumbé sobre la cama.

Zayn me dio un besó en la mejilla e hizo el amago de irse, pero yo le detuve.
-Te puedes quedar aquí. Túmbate si quieres.
-Ya te he dicho que no tengo sueño. ¿Quiéres una manta?
-Sí, por favor.

Él bajó las escaleras y las volvió a subir con la manta encima. La desdobló y la extendió sobre mi cuerpo.
-Vente- dije señalando un espacio al lado mío.- No va a pasar nada.

Y no pasó nada, solo un juego de caricias y abrazos cariñosos, que dieron lugar a un beso insesperado.

NARRA SANDRA:

Tenía que reconocer que lo de ayer fue bastante raro, pero es que desde entonces, cada vez tenía más ganas de ir a hablar con él. Le llamé:
-¿Austin?
-Hola Sandra. Aún sigues enfadada por lo del beso?
-No, tampoco fue para tanto-mentí.
-Te encanto y lo sabes.
-Bueno, ¿te apetece quedar hoy?
-Sí, claro. ¿En dónde?
-¿Te apetece ir a un centro comercial? Tengo que comprar ropa.
-No me apetece nada, pero bueno, para que me perdones... ¿A qué hora?
-¿Te apetece ahora?
-Está lloviendo, pero vale. Hasta ahora.
-Adiós.

Me vestí, estaba vez comprobando que no iba muy ligera de ropa. Cogí mi bolso y mi móvil justo cuando llamaron a la puerta.
-Uy, que guapa te has puesto para verme.
-No para verte a ti, para ver a los chicos del centro comercial.
-Claro, claro.
-Anda vamos.

(...)

----En una cafeteria----

-Bueno, al final has comprado bastantes cosas.
-Sí, he gastado todos mis ahorros.
-No me extraña. ¿Cuántas bolsas tienes? ¿7?
-Solo cinco, no exageres.
-Cuidado, dos menos.
-Pues sí, dos menos.

Un silencio reinó en la mesa y yo me bebí mi café.
-Por cierto, ¿que sentiste ayer?
-¿Ayer? ¿Cuándo?
-Cuando te besé.
-Ah, eso-hice una pausa y volví a hablar.- Pues me gustó, bastante.
-¿Por qué no lo intentamos?
-¿Cómo novios?
-Austin-dije cogiéndole la mano- solo fue un beso. Nada más. No me gusta ir tan rápido, entiéndelo.
-Pero si acabas de decir que te había gustado.
-Pero es que solo fue un beso. Estamos tan bien así que no quiero estropearlo.

Él dio un golpe en la mesa y se marchó. Yo intenté retenerle, pero sus fuerzas doblaban a las mías.
-¡Austin! ¡Vuelve!

Cogí mis cosas y corrí tras él.

NARRA MARINA:

Tenía ganas de hablar con Harry de la boda, muchas, así que quedamos para vernos en su casa. Me vestí y cogí un paraguas. Bajé al piso de abajo y llamé a un taxi.

(...)

-Ding, dong- sonó el timbre
-Pasa-dijo Harry abriendo la puerta.

Yo le di un beso y él me abrazo.
-Ven, siéntate.

Harry cogió el ordenador y se sentó en el sofá. Yo me senté a su lado y pasó el brazo por mis hombros.
-¿A dónde te gustaría ir de luna de miel?
-A un lugar romántico.
-¿Te apetece París?
-Es demasiado común. ¿Oslo?
-No, ya fui una vez y no me gustó.
-¿Nueva York?
-Demasiado ruido.

Estuvimos un buen rato diciendo ciudades, pero ninguna parecía de nuestro agrado.
-Espera, tengo una idea.

Harry se levantó y se fue a la cocina. Cuando volvió tenía en la mano un folleto. En la portada pude ver una isla preciosa rodeada de un mar turquesa.
-Bora Bora- dijo sentándose de nuevo.
-Perfecto.

Él me besó y me revolvió el pelo.
-Harry, ¿no te parece que somos muy jóvenes?
-¿Tantas dudas tienes de nuestro matrimonio?
-No, no es eso...Es que tenemos 18 y 19.
-Bueno, pero nos queremos, eso es lo único importante.

Harry me volvió a abrazar y yo me tumbé sobre su pecho.

NARRA BELÉN:

Ayer al final no pude quedar con Louis porque me encontraba fatal. Hoy tenía que ir al médico, y Miriam decidió acompañarme.

Cogimos un taxi y en una media hora llegamos al hospital. Preguntamos en recepción y fuimos a la habitación 5. Llamé y pasé.
-Buenos días Belén. Hoy era el día libre del doctor, así que estoy yo. Me llamo Charlotte. ¿Quién es tu amiga?
-Miriam-dijo ella estrechándole la mano.
-Bueno, ¿estás lista?
-Sí, creo.

Charlotte me señaló la camilla y yo me tumbé en ella. Me subió la camiseta y me echó una crema.
-Mira a la pantalla.

Y en la pantalla pude ver un cuerpecito difuminado. Creía que me desmayaba, pero Miriam me apretó de la mano a tiempo.
-Sí, estás embarazada.

A punto de desmayarme, recogí mis cosas y salí de la habitación con Miriam. Ella estaba tan sorprendida como yo.
-¿Qué vas a hacer?
-Hablar con Louis.
-¿Y luego?
-No lo sé-dije empezando a llorar.

Cuando salimos del hospital cientos de fotógrafos nos fotografiaron. Yo me puse el bolso en la cara y corrí al taxi, que nos estaba esperando.
-Arranca ya.
-¿Mal día ee?
-Malísimo-dije aliviada, ya que habíamos dejado atrás a los fotógrafos.

Hubo un instante de silencio y después Miriam empezó a hablar.
-No te preocupes por eso, Louis...
-Louis nada-dije cortándola.- No hablemos de esto más.

Sabía que en algún momento tendría que hablar con él, y tenía que reconocer que estaba asustada.








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